jueves, 24 de marzo de 2011

La resistencia en el Zócalo

El poder que explica la concepción estructuralista, se manifiesta no solamente a través de relaciones sociales y de producción como afirmaba el marxismo, sino mediante relaciones asimétricas que utilizan la diferenciación, tal como Bourdieu afirma “las relaciones económicas entre las clases son fundamentales, pero siempre en relación con las otras formas de poder (simbólico) que contribuyen a la reproducción y la diferenciación social” , es por tanto la exclusión y distinción como una manera de legitimar su posición de poder frente a los “otros” subalternos, no es pues una mera lucha de clases como lo declaraba Marx, sino una lucha que abarca confrontaciones simbólicas como en el caso de la apropiación de espacios públicos. Para sustentar mi análisis en relación a las relaciones de poder recurro a Thompson quien explica que “Cuando las relaciones de poder establecidas son sistemáticamente asimétricas, la situación se puede describir como de dominación.



Las relaciones de poder son sistemáticamente asimétricas, cuando los individuos o grupos de individuos ostentan el poder de una manera durable que excluye, y hasta cierto grado significativo se mantiene inaccesible, a otros individuos o grupos de individuos, sin considerar las bases sobre las que se lleva a cabo tal exclusión, En tales condiciones podemos hablar de individuos o grupos “dominantes” y “subordinados”, así como en aquellos individuos o grupos que ocupan posiciones intermedias en un campo, en virtud del acceso parcial que tienen a los recursos” .




Esta contienda simbólica en la explanada capitalina es entre dominantes y subordinados. Es a causa de esta hegemonía dominante que nacen movimientos sociales de resistencia, en busca de emancipación, ya sea religiosa, económica, sexual, jurídica, entre otras raíces. Las discrepancias surgen a causa de la imposición y opresión que los grupos subalternos perciben proyectándose en una razón fundamental que impulsa a “tomar” el zócalo para luchar, visibilizar y apoderarse de una voz que les era negada en otro momento histórico, ya sean estudiantes, mujeres, minorías sexuales, indígenas, agricultores, etcétera.

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